SILVIA GIANGASPERO
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martes, 13 de diciembre de 2011

Desde el corazón




El blog, nos permite no solo mostrar nuestros trabajos sino también compartir nuestra vida, nuestra familia, nuestros viajes, nuestras emociones y por qué no nuestra espiritualidad. Nos estamos acercando a la Navidad y no podemos solo ocuparnos de los adornos de la casa y de los regalos para el árbol, también tenemos que aprovechar para dar gracias y para evaluarnos para ser año a año mejores personas. 
Comparto con uds. una reflexión sobre el Padre Nuestro.


Los apóstoles pidieron a Jesús una oración.

Jesús en la montaña enseñó por primera vez el Padre Nuestro.
    Es la única fórmula de oración que ha aconsejado Jesús.
Una de las oraciones más sencillas del mundo.  Una oración sin
literatura, sin pretensiones teológicas, sin jactancias y sin servilismo.
     La más hermosa de todas.

Pero si el Padre Nuestro es sencillo, no todos lo entienden. La secular
repetición, mecánica repetición de la lengua y de los labios, la
repetición milenaria, formal, ritual, desatenta, indiferente, ha hecho
de él una sarta de sílabas cuyo sentido primitivo y familiar se ha perdido.

Releyéndolo hoy palabra por palabra como un texto nuevo, como
si lo tuviéramos por primera vez ante la vista, pierde su caracter
de vulgaridad ritual y florece en su propio significado.

Padre nuestro
Que estás en los cielos
Santificado sea tu nombre
Venga a nosotros tu reino
Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy
Perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a
 nuestros deudores
Y no nos deje caer en la tentación
Mas líbranos del mal

Con esta petición de ayuda termina el Padre Nuestro

Aqui el único elogio es la palabra Padre.  Una alabanza que es
una obligación, un testimonio de amor.  A este Padre no se le
pide otro bien temporal que un poco de pan  - dispuesto a ganarlo
con el trabajo, porque también el anuncio del reino es un trabajo
necesario -, y se pide, además, el mismo perdón que concedemos
a nuestros enemigos; una válida protección, en fin, para combatir
el mal, enemigo común a todos, opaca muralla que nos impide
la entrada al reino.

La más bella de todas las oraciones es también recuerdo
cotidiano de lo que nos falta para ser semejante a Dios.







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1 comentario:

  1. qué hermoso lo que has publicado.Cuánto necesitamos reflexionar y pensar en ser cada día mejores personas.Tan sencillo el Padrenuestro y cuánto valor y verdad encierra.Gracias por permitirnos pensar en serio.FELICIDADES.

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