En la última entrada les contaba que mudaba el taller a mi casa.
Les cuento un poco la historia porque muchas me están preguntando qué pasó?
En realidad no pasó nada y pasó de todo.
El año pasado trabajé mucho, mucho más de lo que esperaba. Me fue muy bien pero cuanto más trabajaba más compromiso sentía hacia mis alumnas. El trabajo no terminaba en la clase sino que seguía en mi casa buscando nuevos proyectos y realizándolos. Mi hijos comenzaron a quejarse que estaba todo el día con el patchwork. Entiendo que ya son grandes pero están acostumbrados a contar conmigo y me marcaban la diferencia.
A fin de año se sumó el susto con la cirugía de mi pecho que gracias a Dios salió todo bien pero fue una señal de alerta. Lo más importante para mí es mi familia y la estaba dejando de lado. Corremos todo el día y no nos damos cuenta que cada día que vivimos es un regalo de Dios que hay que aprovechar al máximo y para mí ese máximo tiene sentido si lo vivo en familia.
A principios de Enero recibí un llamado de mi vecino de piso en el taller pidiéndome si le dejaba libre el departamento ya que él tiene una oficina que necesitaba ampliar y quería comprar/alquiler el departamento que yo alquilaba y me ofreció a cambio otro mejor en la vereda de enfrente pero era demasiado para un taller.
Me negué varias veces hasta que hace 15 días pensé si eso no era la señal que estaba necesitando y no podía ver y decidí dejarle el departamento. Hablamos con la dueña y entre los tres buscamos lo que era mejor para todos y mudé el taller a casa.
Al irse mi hija Sofía a vivir sola en diciembre nos quedó un cuarto libre, entonces hicimos unos cambios en casa y me quedé con el dormitorio más chico de taller para mí. Allí tengo toooodddddoooosssss mis cachivaches, mis telas, mi máquina, todos mis "mis".
Dividimos imaginariamente el living en dos, pusimos una puerta para cerrar mientras doy clases y listo el taller.
Estoy muy contenta. Nada cambiará, solo el domicilio y yo estoy más tranquila. Mantener un alquiler te obliga a no parar un minuto y eso no es lo que quiero en este momento. Trabajaré como siempre dando lo mejor de mí pero a otro ritmo.
Así quedó.
Quiero agradecer nuevamente a Julieta Mattina de Realtex que volvió a confiar en mí y me entregó otra máquina para uso de las alumnas. Como pueden ver contamos con cuatro máquina Janome y las clases se dan con un máximo de seis alumnas así que estamos más que cómodas.
Bueno, creo que les conté todo. Si me olvido de algo se los iré contando en las próximas entradas.
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